A veces basta únicamente con una conversación de no más de dos horas para llegar a ciertas conclusiones y tener una visión mucho más amplia y real de la situación que padecen muchas personas. Es desgarrador muchas veces oír los relatos que cada persona guarda en los más profundo de sus entrañas y es increíble cómo surgen las palabras y de la forma en lo que lo hacen cuando estas personas les dan rienda suelta.             

     Este es el relato de Juan –realmente no se llama Juan, por supuesto, pero con el fin de respetar la privacidad que dicha persona me pidió será llamado así a partir de ahora–, un mecánico autónomo con el que me cité una tarde para hablar y bajo esa premisa, escribir un artículo sobre la situación del sector de la que forma parte actualmente, así como de los impuestos a los que es sometido, las penosas circunstancias que vive y el trato tan odioso y fraudulento al que se ve sometido por parte de las grandes marcas del sector y de los mandamases que están más arriba y que sólo se preocupan por sus contratos, sus propiedades y su liquidez, pero que luego no son capaces de mirar un poco hacia abajo para darse cuenta de que sin las personas a las que han pisado no podrían haber llegado a ser, además de un completo idiota deshonrado, un propietario burgués y explotador.             

     Juan podría ser cualquier persona, no únicamente la persona a la que nos referimos de forma individual. Él representa a muchas más personas que se ven en situaciones parecidas o semejantes, a currantes y obreros. Ha sido muy valiente al decidir dar a luz su situación y desde Comuna Gatuna se lo agradecemos; ya que ha sido más un favor que una arrebato, pero en base a este artículo, que espero que lea y que le guste, se ponga de pie y alce la voz con el resto de sus hermanos trabajadores en un futuro no tan lejano. 

     Esperamos que esto sirva de ejemplo para todas las personas que lean esto, para usted, querido lector, pues trabajadores, ¡ya no estáis solos, hay alguien que de verdad se preocupa por vosotros! ¡Vuestra emancipación está al alcance de vuestra mano junto a las de muchos más trabajadores como vosotros! Ahora bien, comencemos con el tema que queremos tratar. 


     Durante las dos horas y media aproximadamente que hablamos, Juan me expuso sus principales quejas y preocupaciones. Vamos a presentarlo. Juan es un mecánico que se hizo autónomo recientemente ya que llevaba un tiempo sin darse de alta debido a que no le salía rentable serlo en su momento por ciertas circunstancias y, porque a día de hoy, en España, ser autónomo no sale rentable en lo absoluto. Para empezar, me comentó el hecho de que los primeros meses en los que está dado de alta no se le son impuestos demasiados pagos y tasas por serlo. Le hacen descuentos, le cubren ciertos impuestos como el IRPF, etc. Pero él no ha sido autónomo por primera vez, antaño ha realizado gran diversidad de oficios. Desde los trece años ya empezó a trabajar y a ser explotado por empresas que no velaban por otra cosa que no fuera por su bolsillo. No estudió cuando era pequeño y tuvo que sacarse sus títulos posteriormente una vez ya era mayor. ¡Y a honra, compañero! Es de reconocer dicho esfuerzo. 

          Ha sido agricultor durante gran parte de su vida y durante períodos en los que el campo da trabajo, va a buscarlo. Más por necesidad que por ímpetu, hay que decir. Ha sido, además, obrero en diversas especialidades y bajo muchísimas condiciones diversas, realizando gran cantidad de trabajos en este campo. Si podemos sacar algo en claro después de ver todo su expediente, más la cantidad de cosas que ha aprendido a hacer a lo largo de sus años como trabajador sobre temas como la electricidad, llegamos a la conclusión de que ha dedicado su vida al trabajo básicamente. Si bien es cierto que con todo eso ha tenido alegrías muy destacadas, como su familia, ha sido el trabajo el que lo ha hecho la persona que principalmente es hoy día. 

          *Y no en su caso específico, pero hay situaciones en las que sí se da: una persona, un trabajador, muchas veces desatiende sus responsabilidades humanas por tal de cubrir su responsabilidad laboral; hecho que resulta triste, ya que muchas veces no es por voluntad o por estar hartos de sus vidas, muchas veces una persona vive para trabajar y no para vivir. 

     Una vez plasmado su vida laboral pasada y hecho la aclaración anterior, ya sí podemos pasar definitivamente a la cuestión principal y al motivo por el cual nos citamos: sus quejas y problemas. Como mecánico, más allá de la cuota de autónomos, está comido a impuestos y a injusticias. Pues, por ejemplo, él ve cómo el precio de los artículos de reparación y recambios que necesita para llevar bien a cabo su trabajo están alto elevados –los precios de los recambios ha subido un 7,8% y los neumáticos un 12,7% durante el año 2022, tendencia que sigue al alza, para ser más exactos y concretos– , quizá (¡sin duda!) de forma desproporcionada. Además, estos precios elevados están establecidos así para personas como él, trabajadores que no van asociados a ninguna marca, empresa o casa automovilística; “yo por ejemplo no pago lo mismo que un mecánico de un taller de una empresa de coches conocida por un recambio”, diría. Y es verdad. Esto se debe primordialmente a las firmas, contratos y acuerdos que se llevan a cabo entre grandes o medianas empresas. ¿Pero y el simple trabajador? ¿Y el autónomo ajeno a grandes multinacionales con gran poder? ¿Dónde quedan la competencia semejante y las mismas condiciones para todos? Naturalmente, todo está hecho a favor del señor capital. No se parte con las mismas condiciones y el trato desigual muchas veces lleva a casos como el de Juan de completa injusticia. Esto puede llevar a la creación de problemas constante a la hora de pagar impuestos y tasas y del aumento de producción y bajada de inversión, además de implicar una gran desmotivación a la hora de ir a trabajar por parte del obrero. 

     Otra situación que le molesta son los errores burocráticos que se dan dentro del sistema del Estado. Le obligan a pagar ¡y encima con comisiones por despago! Le sucedió que no le cobraron la “carta del agricultor”, que es el derecho de trabajador en el sector de la agricultura, en su debido momento a pesar de tener el dinero en su cuenta bancaria listo para que lo hiciera el Estado. No lo hicieron por motivos que no le dieron y tuvo que acabar pagando la tasa propia de la “carta del agricultor” más otra cierta cantidad de dinero. Naturalmente (¡naturalmente digo, ja!) no pudo reclamar y tuvo que aguantarse con dicha situación. Pero peor fue su enfado cuando una vez que le cobraron de más no le devolvieron el dinero con comisiones “por despago” como tuvo que hacer él. “¿Por qué esto es así? ¡Es injusto!” – diría él. Y es verdad, no es justo que esto sea así. Fuera el banco o fuera el Estado, ¿por qué él sí paga comisiones a una entidad más arriba de él, y esta entidad a él no le paga con comisiones extra? ¡Porque está arriba! ¡Y luego a ver quién le pone la mano encima a la mafia del Estado o a la trituradora de los bancos! 

     Uno bajo estas condiciones es comprensible que se sienta desmotivado e impotente muchas veces, ya que ves cómo todo tu trabajo y esfuerzo se limita básicamente a un esfuerzo banal, trivial y poco rentable, a pesar de la gran labor social que lleva a cabo. Pero por desgracia no es su labor social la que lo hacen mejor persona y mejor trabajador, son los ingresos positivos que pueda tener y que desea tener si quiere pagar todos los impuestos en los que está hundido para mantener su negocio, su casa y su familia. No se ve recompensado de ninguna manera y así es normal que no se tengan ni fuerzas para alzar la voz. ¡Pero Juan también existe! Y es gracias miles, cientos de miles, sino millones, de Juanes que hay en toda España, el motivo por el cual las personas de este país pueden tener los servicios que tienen y el derecho a trabajar de forma propia y con gran honradez –si bien se empeñan en considerarlo un derecho, pues considerarlo como tal es totalmente ridículo. 

     Hay que añadir, por supuesto, que ante todo este tipo de sucesos él no se ve amparado en ningún sentido por ninguna organización, partido o sindicato. Está de acuerdo en que los sindicatos no hacen absolutamente nada y son improductivos para ellos –yo añado que, tal cual son los existentes, también son improductivos para la causa revolucionaria y la lucha social. 

     Esta situación les sucede a muchas personas, algunas de ellas en la misma situación que Juan y que, él mismo, me dijo. No es justo que esta gente tenga que pagar tantos impuestos por querer trabajar y ganarse la vida, pues tampoco van a crear un gran imperio comercial, pero tampoco tienen que vivir sometidos a esa gran presión fiscal y estatal que los oprime. No es justo el trato de favor entre empresas grandes y marcas dentro de su sector para hacer más livianos los precios entre sí, mientras que al trabajador independiente lo excluyen y tiene que acabar pagando una barbaridad hasta por el recambio más simple y pequeño. No es justo que el trato que uno le tenga que dar al Estado no sea el mismo que el Estado le da al individuo. 

     En definitiva, es una barbarie lo que tiene que aguantar una persona si quiere trabajar de forma libre e independiente, sin someterse a ninguna gran empresa o multinacional. El Estado se lava las manos y una vez las tiene limpias lo tiene más fácil para meterlas en los bolsillos de los ciudadanos al estar más resbaladizas y someterlos a sus intereses, intentando convertirlos en fuerzas de trabajo para el capital –grandes empresas nacionales e internacionales con poder y solvencia resolutiva en aspectos de toma de decisiones en base a su dinero–, menospreciando su trabajo y su labor social, además de su compromiso. ¿Esto es vida realmente, trabajar únicamente para intentar sobrevivir? ¿A esto se limita el orgullo y la pasión del trabajador? ¿Es esto a lo que nos tenemos que someter todos, a inmundicias e injusticias por todos lados? ¿De verdad tenemos que hacer tejemanejes y malabares para salvar algo de nuestra integridad? ¿Por qué el trabajador ha perdido toda esperanza en su emancipación y libertad? 

     ¡Esto debe cambiar! Y debo decir que es posible, realmente posible y muy viable. Pero hay que empezar a trabajar para realizar dicho cambio que debe ser de base, estructural. Un vuelco en el sentido organizativo; social, filosófico, económico. ¡Basta ya de esas condiciones de vida y laborales penosas! ¡Basta ya de confiar en partidos u organizaciones sindicales las cuales no hacen nada por nuestro bien! El trabajador tiene un único deber, una única obligación: la de libertarse. Y eso queda  única y exclusivamente en sus manos. Así como en la de todos los trabajadores, ¡juntos, unidos por su libertad, por su emancipación!                         

          

     Gracias, Juan. Muchas gracias por tu valentía y por compartir con Comuna Gatuna tu experiencia personal. Infinitamente, gracias. 


NOTA IMPORTANTE: Si usted tiene alguna queja del estilo o alguna situación injusta o que usted considere que lo humilla, degrada, etc, no dude en contactar con nosotros por correo a comunaagatuna@gmail.com o directamente desde nuestra página web. Le daremos toda la voz y visibilidad posible por tal de intentar cambiar algo de su situación o, por lo menos, para hacer su caso real y palpable para todos, aludidos, no aludidos y semejantes a usted. No está solo. 

Gracias.