Todos alguna vez hemos sido felices, absolutamente todos; y aquella persona que se ensimisme en negarlo es porque no sabe realmente lo que quiere y está perdido en la búsqueda de lo que considere es la “verdad”. Pero así como toda “verdad” es ajena a vidas múltiples y subjetiva, pues no es para todos la misma debido a su propia vida, la felicidad va más allá de conjeturas sobre cómo podemos vivir y en base a qué. La felicidad es algo que muchas personas toman como esa “verdad” por la que luchar.
Otras tantas personas niegan de la existencia de la felicidad. Claro que no son conscientes tampoco de lo que realmente es y de lo que significa; quizá por ignorancia, quizá por no haberse nunca parado a preguntarse qué es ser feliz o quizá por haber llevado una vida penosa, triste o de sufrimiento.
Pero antes de meternos en si somos felices realmente o no y de hablar sobre si podemos llegar a serlo, responderemos a la pregunta: ¿Qué es realmente la felicidad?
Estamos acostumbrados a pensar que la felicidad es un sentimiento, que nosotros nos sentimos felices en nuestra totalidad gracias a que nos compren algo, a que pasamos tiempo con alguien que echamos de menos; o también hay quien dice que la felicidad se halla en otros sentimientos y en la expresión de ellos, como el amor. Se dice que la felicidad es un sentimiento, pero no se puede estar más errado en realidad al respecto.
Claro que, si no es un sentimiento, ¿qué es?
Podemos entender la felicidad como una ilusión ya acontecida en el pasado, lo que quiere decir, momentos que sucedieron anteriormente al momento en el que te encuentras y que en base a ciertas circunstancias se afirma que realmente fuimos felices en cierto momento dado de nuestra vida. Así pues, la felicidad basándonos en esto no es un sentimiento, sino es el conjunto de ciertos sentimientos y circunstancias en un momento dado; o en resumen: la felicidad son momentos.
Es en base a ciertas emociones por las cuales nosotros formamos la felicidad tal y como la entendemos como sentimiento, pero no podríamos considerarlo como tal porque paradójicamente a como lo definimos, es una ilusión. Muchas veces somos propensos a malentender e interpretar de forma errónea lo que sentimos y de la forma en la que lo hacemos. Así pues, también podemos malinterpretar las emociones que conforman la felicidad, además de que ésta no son únicamente sentimientos, sino que son circunstancias. Es decir, nosotros no somos felices in situ, lo somos en el pasado de forma momentánea.
Una vez nosotros nos paramos a pensar de verdad sobre si hemos sido felices a lo largo de nuestra vida es cuando, como si balas que atravesaran nuestros recuerdos en forma de momentos, acuden a nosotros nuestros más bellos recuerdos o períodos de nuestra vida. Esos momentos son los aquellos en los que eras feliz. Aquéllos que hacen brotar de ti una lágrima que acabaría paseando por tus mejillas y que sacarían a relucir la más sincera sonrisa. Cada uno tiene, por lo menos, uno de estos momentos. Ya sea por la nostalgia elevada o por la más sincera felicidad, sin ningún tipo de deseo de volver atrás, pudimos ser felices cuando de niños salíamos a la calle y jugábamos con nuestros amigos, cuando crecimos y leímos nuestro primer libro o nos apasionamos por algo que disfrutábamos, cuando conocimos a nuestro primer amigo de verdad y compruebas que sigue en tu vida, o en su defecto, agradeces todo el tiempo que pudiste pasar con él o ella.
La felicidad se halla en todos los momentos de nuestra vida en los que hemos sentido de verdad, en los que sonreíamos como tontos sin siquiera llegar a ser conscientes de la magnitud y las consecuencias a posteriori que traería ese sutil acto.
Así pues, una vez después de haber definido qué es la felicidad, podemos preguntarnos hasta qué punto, en base a que los sentimientos se confunden, nosotros no podemos también confundir los momentos en los que fuimos felices de verdad y poner en duda dicho argumento. Pues bien, a esto podemos responder de varias formas. La primera es que nosotros sabremos que fuimos felices por el grado de madurez emocional y la cantidad de experiencias vividas a lo largo de nuestra vida, haciendo una comparativa y evaluando cada una de estas. Podemos también responder con el argumento de que tampoco somos perfectos ni sabios conocedores de todo lo que nos rodea y todo lo que nos sucede, esto quiere decir que la malinterpretación también forma parte de nosotros, pero que es mediante la reflexión el método por el cual nosotros podremos descubrir los límites de dicha malinterpretación de estos momentos felices de los que hablamos. Será así, mediante un esfuerzo intelectual y emocional, por el cual nosotros sabremos si hemos sido felices de verdad. Y por supuesto, no debemos confundir la felicidad con su más ferviente enemigo: la nostalgia. La nostalgia es una mancha dentro de la felicidad, son incompatibles. Es como juntar el aceite con agua, nunca se mezclarán para dar una sustancia única, conjunta.
La felicidad se enfrenta a la nostalgia, la “verdad” y el deseo de la misma luchan contra ella, pues no la toleran. Pues, como personas, tenemos momentos de debilidad que se pueden deber a muchas causas que tenderán a ser emocionales principalmente; cuando estamos en ese estado no podremos decir que aquéllos momentos que surgen bajo esa condición son momentos felices, no sin antes haber llegado a esa conclusión. Así también puede resultar muy orientativo, ya que nos puede dar una idea de qué momentos se aproximan a la felicidad si no hemos reflexionado antes y hemos echado la vuelta atrás en la búsqueda de nuestros momentos felices. La felicidad se halla bajo libre condición del anhelo al pasado, de haber superado y entendido que lo pasado debe quedarse en lo que es, el pasado. No va a volver, de ninguna forma podrá hacerlo y lo que sentiste en el pasado no va a ser lo mismo que sentirías actualmente reviviendo algo parecido, e incluso si fuera similar, repitiéndose en la actualidad de forma idéntica, no sentirías lo mismo a lo que sentiste en su momento. Ya lo habrías vivido, no sería algo nuevo; además, no eres igual a como fuiste en el pasado, estás en constante evolución. Aprendemos en base al pasado, y nos formamos gracias a todo lo que hemos vivido. Uno alcanzará la felicidad en el momento en el que se libere de la nostalgia y se dé cuenta de que realmente nada va a volver y nada va ser como antes, no puede serlo, es imposible. Todo ha cambiado y seguirá haciéndolo, por algo estamos en constante evolución. Incluso dentro de la ordinariez hay cambios.
Por esto quiero decir que la mejor manera en la que podemos descubrir si hemos sido felices es una vez ya hayamos vivido una vida de verdad, en la que hayamos hecho uso de todas nuestras facultades y habilidades, después de haber luchado por lo que es nuestro y de habernos enriquecido en todos los aspectos y sentidos posibles; será justo en ese momento, en ese bello momento, cuando uno se habrá dado cuenta de dos cosas: la primera, de que ha sido feliz –aunque, como hemos visto, no hace falta que sea en este momento–, y la otra, de si realmente hemos vivido.
Pero eso será objeto de otro artículo próximamente. ¿Qué significa vivir? ¿Qué nos hace vivir? ¿Realmente hay diferencia entre vivir, existir y sobrevivir? ¿Qué implica todo esto? ¿Nos limitamos simplemente a estar en esto que llamamos vida y punto, nada más? Sólo son algunas de las preguntas que responderemos…