Las elecciones europeas han confirmado aquello que no sólo se sospechaba, sino que se veía venir. La inclinación hacia la ultraderecha es un fenómeno que estamos viviendo y que en cuestión de no mucho tiempo supondrá un cambio radical en cuanto a la política europea y, consecuentemente, internacional, se refiere. Más que nunca negras tormentas agitan los aires, y tristemente parece ser que nubes oscuras nos impiden ver la realidad de lo que supone el alza de estos movimientos radicales de derecha que no pueden llevarnos a otra cosa que no sea la anulación del individuo y a un gran sentimiento de odio muy peligroso que puede llegar a colarse entre aquellas personas que no lo tienen tampoco a día de hoy.
Francia, Hungría, Bélgica, Países Bajos, Austria y Alemania son los ejemplos de que con demagogia, sí, con discursos de miedo, también; pero, sobre todo, con discursos contra la inmigración ilegal que tachan a las personas que vienen de África como mínimo de criminales. Además de proponer medidas en este sentido y en su lucha contra el crimen, el cual ensalzan a modo de muñeco de paja con el que se excusan para atacar ciertos sectores de la población que no tienen (no todos) culpa de ello.
Este tema hay que tratarlo delicadamente, por eso le invito a usted, querido lector, que se siente y con mucha calma y paciencia trate de reflexionar conmigo sobre lo que está sucediendo en países de Europa y, por supuesto, en España.
Empecemos pues, hablando sobre qué es lo que hace crecer estos movimientos a lo largo de este artículo y analizando la situación mientras tanto:
Causas y análisis del alza de la ultraderecha
Tenemos varias y son bastante variadas, abarcando un amplio abanico de posibilidades en cuanto al resultado del mismo, pues no podemos presuponer algo sin haberlo llegado a conocer del todo. Aunque sí bien cabe recalcar el potencial peligro con el que la población juega a la hora de acercarse a la ultraderecha.
El primer motivo que quiero lanzar al aire es la falta de una vía de ruta clara por parte de los partidos hegemónicos de los Estados europeos que no sea la de discutir, favorecer el odio político y polarización y su gobierno para una parte única del electorado y en un plazo de tiempo muy disminuido. Esto quiere decir: los gobiernos gobiernan para el tiempo en el que estén en el gobierno, no les interesa hacer reformas en profundidad. Y si las hacen, acabarán siendo revocadas en cuanto el partido mayoritario de la oposición llegue al poder. Es este “circo” el que acaba pareciéndole tan ridículo a la población (sobre todo a las edades más jóvenes) que acaba resultando en una búsqueda de alternativas que no sea a lo “mismo de siempre”. Tiene más sentido aún con el cambio generacional que estamos viviendo en el que las nuevas generaciones empiezan a abrirse camino en el camino de la política y algunos se llegan hasta a consolidar dentro de la misma. Mucha de la gente joven se ha percatado de que esto no lleva a ningún sitio, y eso es bien. El problema viene cuando no ven otra alternativa que no sea el nacionalismo y la exaltación de la patria o, por el contrario y en casos aislados, a movimientos que se hacen llamar comunistas o cosas parecidas. Y es que lo que se conoce como izquierda y derecha, de las que tanto alardean los partidos como PSOE y PP de ser, o también como SUMAR, ha desaparecido. En España la izquierda no habla del movimiento obrero, de la lucha de clases, de la conciencia de clases… Ni mucho menos se dedica a defender al trabajador y a las clases oprimidas. ¡Al contrario! Se aprovechan de esas mismas clases oprimidas para consolidarse en el poder mediante timos y palabrería, si no es por tradición familiar. En cambio, la derecha, se apoya en la venta de bulos y de humo (no descartamos tampoco a la derecha de lo mismo, pero destacan en España más estas tendencias de la izquierda) para intentar llegar al poder, lo que acaba llevando a una crispación constante dentro del Congreso de los Diputados y de los instrumentos gubernamentales –de opresión y represión–.
Los partidos payasos que entran en el circo –y en el que podemos meter a VOX también– no se contemplan como una posibilidad real. Y es por culpa del fuego con el que juegan por lo que suceden tendencias extremistas, o como mínimo las favorecen.
Otro motivo –y segundo– que debemos tener en cuenta es el modelo migratorio y la exaltación de movimientos patriotas y nacionalistas.
Aquí quiero pararme, centrándome en España.
Muchos son los movimientos que han surgido en base a este problema: inmigración y modelo migratorio, llevando a cabo un discurso súper patriotísimo que resalte las características de los españoles y del país en su conjunto. Esto quiere decir, venden la idea de patria para llevar a cabo modelos burdos y soluciones cuestionables moralmente. Ejemplos de estos movimientos son Se Acabó La Fiesta y Frente Obrero, que también se presentaron a las elecciones europeas.
El nacionalismo con el que juegan lleva al rechazo de Europa y sus instituciones –por motivos muy distintos a los anarquistas–, aunque resulta curioso que aún y con todas esas personajes como Roberto Vaquero (líder férreo del Frente Obrero) se presenten como primeros en las listas a la elecciones europeas habiendo declarado que Europa es un lastre del que hay que deshacerse y un cáncer a extirpar, dicho con otras palabras, si bien es cierto. No es sólo la hipocresía lo que llama la atención ni el posible interés personal que pueden tener de cobrar esa alta cifra en la nómina al final de mes por ser eurodiputado, también lo hace que estos movimientos patriotas pretendan infiltrarse en Europa desde dentro, desde el mismo sistema. Pero luego, por supuesto, no son sistemáticos.
Esto no es cierto.
Son sistemáticos como cualquier otro partido, y si no se acaban convirtiendo con el tiempo como fue en el caso de VOX en su momento, que se presentó como un partido que iba a revolucionar el movimiento de la derecha y ha acabado siendo el bastón del PP y que entra dentro del circo de payasitos sonrientes. Es cuestión de tiempo que estos partidos patriotas y revolucionarios acaben o decayendo o llegando a tener representación por esta tendencia al alza de los extremismos patrióticos. Y es algo que el mismo líder del Frente Obrero ha dicho, pretenden aprovecharse de la subida de los partidos de la ultraderecha para crecer ellos. Coinciden en muchos aspectos, sobre todo en cuanto a migración, y la falta de una ideología fuerte y el apoyo en algo tan frágil como lo es la patria acabará llevando a un entendimiento de fuerzas e incluso una posible unión o permisibilidad entre sí dentro de los parámetros de que cada partido totalitario buscará el acaparamiento del poder. La búsqueda del poder no elimina la colaboración interesada, más bien es una relación frívola de intereses.
Sobre el patriotismo me he pronunciado más de una vez, sobre todo en el artículo de “Feliz Hispanidad, ¡cabrones!”. Pero creo que esta vez merece la pena aclarar de nuevo que la patria en sí no vale nada, y que el hecho de ser persona vale mucho más que el hecho de haber nacido en un territorio invisible, ilusorio, denominado por un agente subjetivo (en el sentid de que no es un ente físico) llamado Estado que denomina hasta donde llega una nación o un país. Nada nos puede dar a entender sin conocer previamente al individuo que una persona resulta mejor que otra por el mero hecho de haber nacido y haber crecido en un sitio o en otro. ¡Bajo ninguna circunstancia es así, es demasiado prejuicioso y prepotente! Pero al final es lo que acaba conllevando la exaltación del orgullo nacional, un orgullo que sienta las bases del egoísmo, la vanidad y de la tradición social que impide el progreso de los individuos y de la <<raza>> en general. Se sustenta de logros que no vale nada por sí solos al separarlos de otros, siendo este el proceso mismo que utilizan para resaltar esos mismos logros.
Dicho de otra forma, no podemos decir que Pepito es una fiera por sí mismo. Pepito es quien es gracias a sucesos ajenos al mismo. Es el resultado de un sinfín de acontecimientos internos y externos que además son pasados, de hace siglos. ¿Por qué hemos de idealizar el pasado cuando no va a volver y el presente es tan oscuro? Eso no va a suceder, ese crecimiento de la patria en base al pasado es algo irreal y lo único a lo que acaba conllevando es a una caída en picado de la moralidad, la economía y un colapso final que arrastrará consigo la destrucción de millones de familias. Y es esto a lo que nos enfrentamos en consecuencia de malas gestiones de los Estados, del Estado español, y de su incompetencia para asumir los problemas de verdad y darles solución. Aunque claro, es difícil hacerlo cuando tu política se basa únicamente en amnistiar políticos y presumir de lo bien que escribes cartas.
La respuesta al problema de la inmigración, por tanto, no se halla en estos movimientos. Por supuesto sí dan una solución, regular estrictamente y jugar con la ambigüedad que te permite el término de nacionalidad y nación para expulsar del país directamente a todo aquel que venga de forma ilegal y que expanda <<el germen del islam>>.
Primero, no podemos negar que el islam se expande como lo hizo en su momento la religión cristiana, en especial la católica, con una serie de consecuencias como el hecho de que estos devotos religiosos busquen imponer su religión. Es algo normal dada la condición expansiva de su religión y cuyos métodos utilizados por los devotos son bastante cuestionables. Pero, en sí, la lucha no debe residir en sí mismo contra las personas que creen en el islam o las personas que creen en el catolicismo –pues prácticamente ambas religiones son calcos en su sentido más práctico y simplista, salvo por los métodos actuales de difusión–; en cambio, la lucha ha de residir, más bien, contra la misma religión en sí. Por supuesto, cada uno es libre de creer lo que desee y no se le puede discriminar por ello (algo que deberían entender los fundamentalistas islámicos que vienen a imponer en España su religión). La cuestión no es que ellos se tengan que integrar de forma absoluta y tengan que renunciar a su religión. No. El problema es saber convivir entre ambas culturas en base al respeto. Ardua tarea cuando cuentas con el ridículo nacionalismo y patriotismo por un lado y por el otro un deseo fanático y radical de imponer una religión.
Dicha situación no puede acabar de otra forma que con la superación de uno hacia el otro –y todo apunta a que será la imposición de movimientos nacionalistas y patriotas provenientes de la ultraderecha, extremaderecha y partidos “no alineados”– o con la concienciación social en este aspecto.
Sin duda, y esto es de sentido común, no podemos consentir que las personas siembren el caos y hagan reinar la inseguridad en las calles, pero esto es una cuestión de crimen, no de origen. El musulmán que venga a España no va a delinquir, no es algo intrínseco en su naturaleza como alguien diría. Tan malo puede ser el español como tan malo puede ser el marroquí, el chino, el venezolano o el polaco. No queremos ver nuestro país como un califato pero sí nos ponemos de rodillas frente a su santidad el Papa o mantenemos una monarquía sin funciones más que la “antirrepresentativa” y “la antijefatura” del Estado; siendo estos, solamente, pequeños ejemplos de lo que consentimos.
Ahora bien, por último, otro factor a tener en cuenta es el capitalismo en sí mismo como sistema económico, pues este a su vez conlleva períodos de crisis como el que vivimos y también fomenta el individualismo a ultranza agresivo y el egoísmo en su estado más puro. No quiero que esta crítica suene como lo típico que se dice de “la culpa es del sistema” y ya, o “es culpa del capitalismo”. Veámoslo bien:
Ya son bien conocidas las crisis periódicas que conlleva el capitalismo. Períodos incesantes y redundantes de expansión y recesión económica, de expansión y recesión… Estos períodos de crisis no son únicamente sufridos por la población, quien tiende a aproximarse a agrupaciones políticas o sociales que propongan ciertas medidas que se suponen le den un cambio radical a la situación, sino también esto sucede con las clases pudientes (la burguesía, la aristocracia, la nobleza, etc.). Y entre esos grupos sociales o políticos se encuentran los de extremaderecha y ultraderecha, sin obviar los movimientos de extremaizquierda –aunque en este caso depende más de la eficacia y de la coherencia de sus principios de acción–, por tanto son los que más favorecidos se ven. Sobre todo y como es en este caso si este descontento por el sistema se prolonga en el tiempo, y más contando con la polarización en diversos temas como en el feminismo y su degeneración a lo largo del tiempo por parte de ciertas ramas mal informadas y que acaban imponiendo su doctrina a veces revanchista, entre otros tantos temas. De esta manera el capitalismo lo único que crea son problemas para su misma y propia existencia. Casi irónico, ¿no cree, querido lector?
Continuando con este punto sobre el capitalismo, he hecho y hago incisión en el favorecimiento del individualismo a ultranza y del egoísmo porque es este mismo el que mueve a las empresas a buscar únicamente la mayor rentabilidad posible y su máximo beneficio propio sin preocuparse por las consecuencias que pueda tener para el resto de la población. De esta manera se dan abusos por parte de las empresas no sólo a los consumidores, sino también a los trabajadores, que siguen siendo consumidores. Y son en eso en lo que se han convertido, en mera masa consumista de la que se aprovechan las empresas para ganar dinero. Sea a costa del intelecto de la gente y de su moral, sea a costa de su sueldo ínfimo que apenas le da para vivir, o bien sea a costa de su misma salud.
Obviamente el trabajador debe responder a estos abusos, y a falta de una izquierda real que defienda al trabajador y a falta de unos sindicatos que no estén vendidos al sistema completa o parcialmente (la CNT-AIT es el único al que se le podría considerar antisistema, pero no cuenta con la máquina de propaganda necesaria para hacerse notar de verdad, las personas acaban tendiendo hacia el lado opuesto que muchas veces llega a toparse de frente en cuanto a totalitarismo como es en el caso del fascismo y del comunismo.
Por supuesto, estos no son los únicos motivos que hacen que la ultraderecha esté en alza, pues también hay que considerar las redes sociales y la televisión como fuentes de propagación de ciertas ideas y la desinformación, la falta de sentido crítico y, sobre todo, de lectura y conciencia, que sufre la sociedad de hoy en día.
Debemos abrir los ojos, aunque sea sólo por un momento, y darnos cuenta de que las cosas no están bien, de que este no es el camino y no porque lo escriba yo, es porque esta radicalización en base al humo en búsqueda de una situación que favorezca a ciertos sectores únicos de la población se puede acabar convirtiendo en un monstruo del que muchos que lo ayudaron a construir querrán huir después al arrepentirse y darse cuenta de lo que han permitido dar lugar. La libertad está bajo amenaza, hay quien nos la intenta arrebatar vendiéndonos seguridad para que luego sean esos mismos cuerpos de seguridad los que nos repriman cuando busquemos esa libertad que ya les habremos puesto en bandeja a la ultraderecha.
¿Qué soluciones hay pues, ya que ellos (la ultraderecha) parecen ser los únicos que proponen soluciones? Querido lector, ¡no será por falta de alternativas en la anarquía! La anarquía es el paso delante de la sociedad. Buscarla es el camino, y cosechar sus frutos para contar con un frondoso árbol lleno de frutos de los que comer mañana es nuestro deber si es que realmente queremos ser libres y vivir con dignidad, aunque seguramente combatiendo estos problemas que pueden volverse incluso externos llegados cierto punto. Todo es una cuestión de concienciación, sin duda alguna. Y de lucha. No de lucha obrera precisamente, de lucha social. ¡Debemos luchar contra la imposición de la religión, sí! ¡Debemos luchar contra aquellos que nos intentar subyugar y que nos explotan, nos ven la cara de tontos y matan nuestras neuronas, sí! ¡Y también debemos alzarnos contra la ultraderecha, alzar el puño en alto y combatir el peligro que nos acecha si seguimos consintiendo su expansión!
La alternativa la decidiremos nosotros en base a los principios de la anarquía y del anarquismo. No hay sistema fijo en el que fijarse pues hemos de ser nosotros mismos quienes lo construyamos y busquemos el mejor método posible por el cual autogestionarnos y organizarnos. ¡Pocas cosas hay más bellas que el entendimiento entre personas! No parece tan descabellado luchar por el mismo habiendo tanto desentendimiento, como dije al principio del texto.
Comuna Gatuna está trabajando en dar respuestas a ciertos problemas que se plantean y a aclarar muchas dudas, para luego difundirlas. Todo aquel lector o seguidor de Comuna Gatuna recibirá noticias a lo largo de estos meses de dicho proyecto, no obstante.
Mientras tanto, espero que haya disfrutado el artículo y haya podido sacar algún aprendizaje a lo largo de todas estas palabras, las cuales lamento si se han excedido, pero era una necesidad tratar este tema y abordarlo desde sus principales puntos.
Gracias por haber leído Comuna Gatuna.
¡Salud, querido lector, compañero, compañera!