Pregunto: ¿Hasta qué punto tendremos que llegar para darnos cuenta de la inmensa lacra que resulta la política para nuestra sociedad? ¿Hasta qué punto hará falta sufrir para abrir los ojos y darnos cuenta de lo que son realmente los políticos? ¿Cuántos acto insolubles más de charlatanería, de falsedad e interés tendremos que aguantar para darnos cuenta de que los políticos son escoria social, basura consecuencia de los deshechos que genera nuestra pseudodemocracia pseudoconstitucional basada en una monarquía absolutamente innecesaria y un Dios muerto? ¿Qué más pruebas nos tendrán que dar esos altos cargos y dirigentes lumbreras de que ejercer el poder corrompe? ¿Y qué mejor prueba tenemos de que todos y cada uno de ellos harían lo que hiciera falta por subirse al carro del poder, como la que nos está dando el señor Pedro Sánchez?             

     Estos últimos meses llevamos viendo cómo un señor intenta aferrarse al poder de una forma patética realmente, característica de su propio partido y de su propia persona, aunque debemos decir que él no es el partido, ¡el partido es mucho peor! No debemos olvidar que fue el partido el que lo formó en su carrera política, el que lo orientó y manipuló, el que blanqueó sus siniestros universitarios y el que le acabaría dando pleno poder pseudoparlamentario para hacer con España lo que se le antojara. Y es que a lo largo de su legislatura no hemos visto otra cosa que fracasos por doquier: una reforma educativa que acabará de forma definitiva con la independencia ideológica de las escuelas y favorecerá el adoctrinamiento, además de terminar de romper la educación pública, una reforma laboral que no ha cambiado nada, una ley proveniente de su tan reluciente Ministerio de Igualdad que ha conseguido sacar a  centenares de violadores de nuevo a las calles por su incapacidad e ignorancia legislativa, una ley animal cuanto menos interesante… El gobierno de Pedro Sánchez ha sido un circo, un hazme reír tras otro. ¿Y quién se ríe? Todos los representantes y diputados del epicentro cuyo caracterizador natural es el criadero de idiotas prepotentes, también conocido como Congreso de los Diputados y Senado. Esas personas que cuentan con un sueldo vitalicio y una vida solucionada ganada en base a la manipulación de las masas. ¡Son ellos los que ríen cuando a final de mes ven los números en verde en sus cuentas bancarias y los ceros que tienen en ese ridículo dígito!             

     Todos esos errores, todas las consecuencias de tantas equivocaciones patéticas, ¿quién las ha pagado? El pueblo. ¿Por qué las ha pagado? Por culpa de unos. ¿Y quién es el pueblo? Todos menos ellos.             

     Hemos sido nosotros, los trabajadores y estudiantes, los que hemos pagado con las consecuencias de las impresionantes hazañas políticas de dichas personas y dicho partido. Nosotros seremos los que paguemos la liberación de violadores, los que responderemos ante juzgados cuando tengamos que llevar casos de abuso empresarial por parte de los capitalistas y nos humillen aún más con su sentencia que le otorga impunidad al empresario para hacer con el trabajador lo que quiera. No serán ellos, los de traje y corbata bien peinados que juegan a ser representantes del pueblo cuando no representan a nadie; en todo caso, representarían la pseudodemocracia opresora y patética que debe desaparecer del panorama, así como ellos mismos, que deben ir tras de sí con tanta ley y tanto recurso jurídico de pacotilla. ¡Adiós al Estado de derecho, no te necesitamos ni a ti ni a tus principales siervos fieles!             

     Nosotros no les necesitamos, somos capaces de organizarnos por nuestra cuenta. Somos el resultado de años y años de trabajo y de progreso material e intelectual, el complejo sistema de ecuaciones que da como solución final la libertad y emancipación de todo sistema represivo y opresivo. Ese es nuestro sino, no someternos a la voluntad de un grupo minoritario de personas que viven del cuento y que por ponerles curitas a una pierna torcida y al que se le ha sido amputada un pie. No solucionan nada, únicamente se limitan a hacer como que tapan problemas; dan soluciones reducidas y planean estrategias para lo que dura la legislatura que ellos presiden. Es por ese motivo por el que nuestro sistema sanitario es una basura eterna, es por ese preciso motivo por el que la seguridad social es deprimente, por ese motivo es porque tenemos una educación en manos del capital… Nadie se preocupa por lo que será, sino por lo que es en este momento que están ellos. Si luego con los parches que ponemos surgen tres grietas más, pues bueno, ya las solucionarán los otros cuando nos quiten a nosotros, ¡y ahora a ver quién los elige! – Totalmente ridícula esta situación.            

     No vale la pena esta democracia en la que se supone que participamos todos aunque sea de forma indirecta, que ya manda narices.        

     Literalmente estamos viendo cómo un hombrecito asustado se agarra a los escombros de un edificio en ruinas por tal de seguir manteniendo su enorme sueldo –¡que seguirá conservando de forma vitalicia, si bien no en su totalidad, sí parte del mismo, y aun así quiere más!–; no deberíamos alimentar más esta pseudodemocracia que lo único que hace es destruirnos más y más. No es el gobierno, todos los partidos que llegan al poder son y serán siempre iguales, es el sistema el que los vuelve basura. Y la basura, como tal, debe ser tirada al contenedor. ¡Como la pseudodemocracia en la que vivimos, cambiándola por la libertad!